Cómo fomentar una Inteligencia Emocional sólida
¡Bienvenidos! Es un gusto saludarles y que puedan acompañarnos con el tema de Inteligencia Emocional (IE) que el día de hoy presentaré. Es posible que hayan escuchado mencionar que hay muchos otros tipos de inteligencia, además del intelectual. Como Psicoterapeuta me atañe explicarles en qué consiste y por qué requerimos de ella para lograr una buena y adecuada adaptación social. Así pues, la Inteligencia Emocional sirve para entender las emociones de los demás, y para saber cómo relacionarnos con las personas, tanto en el trabajo como en la vida privada y demás ámbitos. Por lo consiguiente, apreciado lector/a ¡haz que estar al tanto de tus emociones se convierta en una práctica diaria!
En los últimos años, ha surgido gran variedad de investigaciones que orientan sus estudios en examinar sobre cómo fortalecer la inteligencia emocional.
Tomando en cuenta que las emociones son imprescindibles para un adecuado funcionamiento personal y social, un renombrado psicólogo, Daniel Goleman (1995) afirmaba que la Inteligencia Emocional consiste, por un lado, en la capacidad de establecer contacto con los propios sentimientos, discernir entre ellos y aprovechar este conocimiento orientado a nuestra propia conducta. Y, por otro lado, contar con la capacidad de discernir y responder adecuadamente a los estados de ánimo, motivaciones y deseos de las otras personas.
Algunas de las habilidades que componen la inteligencia emocional se desarrollan a medida que crecemos. En la adolescencia pueden servir para prevenir conductas como el consumo de drogas, trastornos alimentarios, actividades antisociales y tendencias suicidas. Además, para afrontar con seguridad y eficacia los retos de la vida en el ámbito personal, académico y después profesional. De antemano, no perdamos de vista, que en esta etapa de la vida es cuando más emociones se experimentan en la personalidad.
¿Cómo los padres/madres pueden ayudar a sus hijos adolescentes a tener una inteligencia emocional sólida?
Diversos textos proponen actividades y reflexiones para construir, desarrollar y mantener la inteligencia emocional. Para ello, fui recabando y sintetizando dicha información con fines prácticos, que señalaré a continuación:
Categorización de las emociones.
Ayúdele a reconocer sus emociones a medida que él/ella las sienta. Por ejemplo, diciendo a sí mismo “me siento agradecido”, “me siento frustrado”, etc.
Pregunte y reflexione con su hijo.
Por ejemplo, ¿cómo afectan mis estados de ánimo a mis pensamientos y toma de decisiones? ¿me resulta difícil admitir que estoy equivocado? ¿qué rasgos en los demás me molestan y por qué?
Use vocabulario emocional.
Trate de dar palabras a sus sentimientos; luego, determine junto a él lo que quiere hacer sobre la situación que le causa enojo, dolor, etc.
Pausa.
Hágalo comprender que, si siente que está empezando a responder emocionalmente a una situación, debe primero tomar una pausa. Una vez que haya tenido la oportunidad de calmarse, anímele a decidir cómo querer avanzar.
Aprende a decir no.
Debemos explicarles que, cada vez que decimos que sí a algo que realmente no queremos, en realidad estás diciendo que no a las cosas que sí queremos.
Convertir las críticas en comentarios constructivos.
Debemos enseñar a los jóvenes a responder preguntas que dejen de lado los sentimientos personales, ¿qué puedo aprender de esta opinión alternativa?; ¿cómo puedo usar estos comentarios para ayudarme a mejorar?
Se puede concluir que todos/as podemos trabajar para construir habilidades de inteligencia emocional aún más fuertes: con solo reconocer lo que sentimos, comprender por qué, cómo se sienten los demás y por qué, y expresar nuestras emociones con palabras cuando lo necesitamos. Si miramos a nuestro alrededor, vemos también que hay personas que se enfadan con facilidad, que se sienten tristes a menudo o que son demasiado impulsivas. Por lo general, este tipo de personas no sabe expresar de forma adecuada sus sentimientos y suelen ser rechazados por los demás. Por esta razón, es importante que valoricemos la labor del Psicólogo/a, pues nos proporciona herramientas para gestionar las propias emociones y relacionarse mejor con lo demás; también nos ayuda a lidiar de una manera más eficaz con nuestros problemas.
Entrelazando ideas. Una de las situaciones que suele ocurrir cuando un/una joven se va de intercambio estudiantil, es el “homesick” entendido como la nostalgia de extrañar el hogar de origen. El término se refiere al impacto físico y emocional derivado del hecho de encontrarse lejos de casa, de familia y amigos.
Al contar con una inteligencia emocional fortalecida, hará con que los sentimientos nostálgicos se vayan desvaneciendo, pues él/ella empezará a encontrar su lugar, al volverse un poco más independiente y seguir una rutina diferente, encontrando nuevas cosas para emocionarse.
Recordemos que la inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos y engloba habilidades tales como, el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la empatía y otras, indispensables para una buena adaptación social.
Estudiante de ULTREX, esperamos que este texto te ayude a prevenir, o en su caso aminorar, el homesick. Y deseamos que tu experiencia en el extranjero sea de lo mejor para ti.